Apariencia de pluralismo

El actual monopolio de opinión que se promueve desde medios y Big Techs viene acompañado de un disfraz de pluralismo que no siempre es fácil de desmontar.

En general se puede detectar de dos maneras.

La primera a través de la propiedad. En el caso español solo hay que tirar de wikipedia para ir viendo que la mayoría de los medios dependen de empresas francesas, italianas o alemanas. Cuando no directamente del estado francés, como ocurre con El Mundo. En el caso estadounidense es fácil ver la posición monopolística que disfrutan las Big Tech (Twitter, Facebook, Google, Amazon…) Pero no es fácil encontrar la mano última que las alinea hacia un objetivo común.

Las segunda manera de detectarlo es por sus efectos. Por los temas que se promocionan y cómo se tratan. Y lo bueno de analizarlo según este enfoque es que es inocultable. Se puede disimular, intentando generar una apariencia de pluralismo, pero puesto que se utiliza para dominar a la sociedad, no se puede aplicar y a la vez ocultar. Por sus frutos los conoceréis, como dice la Biblia.

Por ejemplo, no puede ser casualidad que en pleno enfrentamiento Europeo y Chino contra Trump prácticamente ningún medio de comunicación, de izquierda, derecha o nacionalista, permitiese seguir una visión mínimamente plural. Que todos demonizasen a Trump. Parece claro que con este tema no querían bromas, no podían permitirse el pluralismo ni siquiera de apariencia. Y no olvidemos que no es un vacío anecdótico, Trump representa la opinión de la mitad de la ciudadanía estadounidense y la dirección del país que sostiene el actual orden mundial.

También podemos mirarlo a la inversa, fijándonos en la ausencia de noticias en contra de Merkel o Macron. Por ejemplo, sobre la siempre alabada Merkel ¿Es razonable que ningún medio haga nunca ninguna mención a sus 15 años consecutivos dirigiendo Alemania y desde ahí Europa? No parece muy edificante en términos de democracia (ni alemana ni europea). O a su apoyo al comercio con Cuba o China, en pleno intento de EEUU de frenar a estas dictaduras expansionistas. O, por poner un ejemplo local, ¿cómo es que Merkel forzó a Rajoy a subir impuestos, erosionando su posición al obligarlo a incumplir una promesa electoral a pesar de que proponía medidas económicas viables, pero no presione de manera similar al tándem Sánchez-Iglesias, que despliegan una estrategia económica claramente insostenible. Parece que se cumple el dicho, quien paga al gaitero elige la tonada. El dueño es centroeuropeo y el doble rasero es un soniquete constante.

Entiéndase, no digo que las opiniones a favor de Trump o contra Merkel deban ser compartidas. Lo digo es que no tiene sentido que no aparezcan expresadas en la opinión pública.

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Este juego de aparentar pluralismo es característico de los monopolios de opinión y luego todos los actores políticos se ajustan a él. Asumiendo en silencio la pérdida de libertad de expresión y repitiendo los mantras para evitar el castigo mediático. No es cosa sólo de quienes se ven beneficiados.

Así, por poner un ejemplo español, los partidos nacionales acaban apoyando la imposición lingüística nacionalista aunque vaya en contra de su discurso y, a medio plazo, de sus intereses. O el propio PP, castigado por los líderes centroeuropeos, alaba a Merkel en vez de apoyar a sus aliados naturales para conseguir un equilibrio de poderes intraeuropeo, como Polonia. Se trata de evitar el castigo mediático inmediato y esta sumisión es en realidad otro indicio claro de que hay un poder dominante, monopolístico. Quien no cede ante quien manda tiene altas posibilidades de durar muy poco en la palestra.

En EEUU hemos visto algo similar, con algunos congresistas republicanos apoyando la acusación contra Trump (impeachment). Algo que, para que se entienda cómo funciona el entorno político, sería prácticamente imposible de ver entre demócratas.

Y no es cuestión solo de los políticos. Toda la ciudadanía se va acomodando al monopolio imperante. Los periodistas saben qué opinión tienen que desplegar para ser contratados y ascendidos. Los artistas qué afinidad mostrar para tener espacio en los media. Las empresas para conseguir apoyo institucional y mantener una imagen aceptable… toda la sociedad se alinea con el viento dominante.

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De esta forma, quienes dirigen el monopolio, van extendiendo e intensificando su poder.

Primero viene la corrección política. Es decir, las supuestas verdades incuestionables, indiscutibles: alarmismo climático, antirracismo, multilateralismo, feminismo radical, antifascismo… Todos temas sobre los que normalmente se podrían valorar facetas y mantener opiniones a favor y en contra. Pero que se vuelven mantras incuestionables. Temas asociados al poder y por lo tanto sagrados, algo así como el «ha dicho Jehová» de La vida de Brian. Elementos que suelen partir de ideas ya aceptadas por la sociedad (nadie apoya en estos tiempos el racismo, el machismo o la devastación del espacio natural) y de los que se aprovecha esta aceptación para radicalizarlos de forma sectaria enfrentando a la sociedad. Es decir, la corrección política deriva en realidad en odios correctos. En colectivización social en grupos enfrentados, el conocido divide y dominarás (divide et impera).

Este desprecio general hacia quien discrepe facilita un marcado del territorio. En España se ve muy claramente. La simbología nacionalista es promocionada prácticamente sin critica: lenguas locales, banderas, nombres de calles y lugares, interpretación de la historia… Mientras la simbología española se asocia al franquismo, fascismo, machismo o en general sectarismo. Para eso sirve estimular los odios correctos, para dominar el entorno marcando qué se puede mostrar y qué no. Siempre orientado a un mismo objetivo que tras el paso de los años resulta evidente, aunque nadie lo nombre. Arrastrar a España al mismo desmembramiento que sufrieron las antiguas Yugoslavia o Checoslovaquia.

Y consiguen afianzar un mundo al revés en el que un gobierno asociado a un partido de origen chavista y apoyado líderes golpistas o terroristas condenados y que no han rectificado, nos adviertan del riesgo de una supuesta ultraderecha a la que nadie ha visto jamás ilegalidad antidemocrática alguna. La corrección se aplica al antifascismo, no al anticomunismo o al antinacionalismo. La lógica no aplica cuando un monopolio domina la opinión pública.

Luego empieza el castigo a quien discrepa. Algo que en EEUU actualmente se manifiesta en la denominada cultura de cancelación, que esta misma semana ha acaparado titulares con el despido de Gina Carano por decir Jehova, perdón, por manifestar una opinión que se ha decidido considerar incorrecta. Un castigo al discrepante que en España se ha visto durante años con el terrorismo nacionalista, opinar en público podía tener consecuencias muy graves.

Y, por último, cuando el arrinconamiento social, la amenaza y el castigo no son suficientes y lo que hay en juego es importante, el monopolio de opinión se muestra al desnudo censurando y silenciando. Lo hemos visto hace poco en EEUU, con el silenciamiento de Trump y su denuncia de fraude electoral. Censurado en los medios dominantes (Twitter, Facebook, televisiones…) y silenciados los posibles medios alternativos (veto a Parler en Google o Apple y retirada de los servidores por parte de Amazon y demás proveedores hasta impedirles funcionar)

Por un momento el ataque a la libertad de expresión ha sido totalmente visible.

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Así que, no olvidemos lo que por un momento hemos podido ver con claridad. Nos encontramos ante una situación de monopolio de la opinión que está orientada a la búsqueda de un predominio político y económico, a una suerte de colonialismo del siglo XXI. Que se inicia, como todas las conquistas, por el ataque a la dirección política, pero luego progresa a todo el cuerpo social. Un monopolio que erosiona fuertemente la libertad de expresión, que es la base de todas las libertades.

No good vibrations. Las libertades no se sostienen cuando no hay una fuerza importante que las defienda. Ese fue el compromiso de Churchill y Roosevelt durante la Segunda Guerra Mundial que ha dado lugar a las posteriores décadas de prosperidad y libertades. Y las caídas de los imperios suelen arrastrar a épocas de desorden, no a un nuevo orden mejorado, por mucho que unos beatíficos Merkel y Macron alaben el multilateralismo. Me temo que el mundo se esté volviendo peligroso de nuevo.

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7 comentarios sobre “Apariencia de pluralismo

  1. Querido Carlos, para mí, el mejor descubrimiento de 2020 de lejos, conocer su blog. Tengo 49 años, soy español y he crecido en un ambiente de libertad, tanto en mi país como en Occidente, que ahora en 2021 es indudablemente peor.

    Comparto con usted (i) que Francia y Alemania, están gobernados por unas élites político-empresariales que desean ver a España (e Italia, y resto de países periféricos) como vulgares “camareros” o siervos de sus intereses espurios de control y dominación, al tiempo que ingratos, buscan poner zancadillas constantemente a USA, apoyando la cultura lamentable en boga de la cancelación y anti-Trump, con todo lo que representa y (ii) que la culpa de casi todos los males que nos aquejan en España desde hace 40 años se puede explicar por unos pésimos medios de comunicación masivos, que no sirven de contrapeso adecuado a los desmanes de los partidos, especialmente el gran Cáncer de España desde principios de SXX, el PSOE.

    Desde mi punto de vista, sólo la intervención generosa y pro-patria, de Amancio Ortega y Juan Roig, los únicos “empresarios” patrios, comprando el control de Grupo Antena 3, Grupo Prisa y en menor medida, Mediaset España, nos salvará de esta irremediable pendiente resbaladiza al abismo.

    Le doy muchísimas gracias por su labor, brillante y certero análisis de la realidad que vivimos. Me encantaría poder saludarle personalmente en algún foro que usted participe u organice. Ojalá tuviéramos más compatriotas como usted, me siento muy orgulloso de seguirle.

    Un fuerte abrazo

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    1. Hola Clavículo,me alegra mucho que te haya gustado. Y encontrar a alguien que comparte mi opinión sobre las causas de lo que ocurre. No hay mucha gente que lo haga.

      Opino lo mismo sobre Otrega o Roig, pero creo que se necesitaría que más colaboraran para que pueda funcionar. Solo hay que ver cómo han acabado con Trump para sospechar que no se dejarán quitar el control.

      Respecto de foros… en realidad no participo en ninguno,. Yo también soy español, 55 años, vivo en Madrid y trabajo de ingeniero. El blog es una afición que llevo en solitario. Pero estoy en Parler (@CarlosLopezCasanueva) y en Twitter (@BrainstormCarlo, aunque últimamente intento no seguir mucho esta red social)

      Un abrazo,

      Me gusta

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