Populismo no es hacer cosas que gustan al pueblo. Ni extremismo es estar en uno de los extremos del tablero de partidos.
Populismo es una forma de discurso que separa la sociedad en colectivos a los que enfrenta. Pueblo/élite, los de acá/los de fuera…
Extremismo es más una forma de actuar, saltándose a veces los límites de la democracia. Sin respetar a quien se considera enemigo. El extremismo suele ir acompañado de un discurso populista.
Extremismo y populismo en España
https://pajobvios.blogspot.com/2018/12/extremismo-y-populismo-en-espana.html
Visto de esta forma queda claro qué los partidos nacionalistas son extremistas. Ya que se saltan los derechos de las minorías no nacionalistas. Y no solo con los crímenes de la etapa de ETA o Terra Lliure. O con el Procés y sus consultas y declaraciones ilegales. Sino de forma más cotidiana con la imposición de la lengua, la falta de respeto al derecho de neutralidad, el incumplimiento de la ley de símbolos…
Podemos estaría en el límite del extremismo con sus escraches, su permisividad ante algunos actos delictivos o su apoyo a las ilegalidades nacionalistas.
También sería bastante claro que el PSOE despliega un discurso populista. Reviviendo a Franco, y con una constate descalificación de sus contrincantes como fachas, machistas, xenófobos… puro frentismo. Y probablemente se pueda considerar también populista a Vox, ya que llama a enfrentar a choque estos mensajes de la izquierda. A responder con su mismas maneras, suelen decir.
La verdadera foto de los partidos hoy
https://politicadegaraje.blog/2019/03/25/la-verdadera-foto-de-los-partidos-hoy/
Hasta ahí la foto de la realidad a día de hoy. Vayamos a por la distorsión que se hace de esta realidad.
Sobre este tablero se realizan dos distorsiones, dos trampas: un desplazamiento y una pretendida justificación de estrategias excluyentes.
El PSOE ha desplegado, aprovechando la enorme mayoría mediática afín, la idea de que Vox es un partido extremista. Algo absurdo dado que no se le conoce ningún acto ilegal o apelación siquiera a actuar ilegalmente. Es sencillamente un partido con ideas frontalmente opuestas a las del PSOE o el nacionalismo.
Pero el objetivo del PSOE no es tan solo demonizar a Vox, sino desplazar por completo el tablero. Cambiar la percepción general de la realidad. Hacer que todos los partidos se muevan una posición:
Vox es considerado extrema derecha siendo sólo derecha populista.
PP y Cs pasan a ser vistos como populistas, no siéndolo.
PSOE pretende ser emocionalmente neutro, cuando es populista.
Y Podemos y nacionalistas son nombrados como populistas, siendo extremistas
Y, una vez distorsionada la realidad, se aplica la segunda distorsión: justificar excluir a parte de la sociedad. Como si esta fuese una estrategia saludable en democracia. Extendiendo a toda España lo que en tiempos de Zapatero fue la perversión de Tinell: el intento de nacionalistas e izquierdas de excluir a la derecha de la vida política.
Como cuando los niños manipuladores deciden con qué niños se puede jugar y con cuales no. Cuando la democracia es justo lo contrario. Es la búsqueda de la integración de todos y del respeto a las minorías. Incluidos quienes piensan distinto.
El juego de los cordones sanitarios es una perversión de la democracia. No la vuelve más limpia, como pretenden quienes manipulan con ello, sino todo lo contrario. Confunden no colaborar con estrategias y discursos dañinos, algo razonable, con no tratar con partidos que son los representantes de parte de la sociedad. Confunden actuar con limpieza con excluir a quien califican de sucio. Cuando no hay nada más sucio en política que los juegos de exclusión. Como suele decir Fernando Savater: «Hay que respetar a todas las personas pero no todas las ideas».
Pongamos el contra-ejemplo más drástico. ¿Se debe excluir a Bildu, heredero de ETA, de tratos y pactos? No. Tuvo sentido mientras formó parte de una organización criminal, pero no desde que está ha desaparecido. Se debe estar atento para no apoyar sus intentos de imposición lingüística, de despliegue de simbología ilegal e irrespetuosa con el derecho a un entorno políticamente neutro, de sus discursos excluyentes con los no nacionalistas, de presión social… pero no contagiarse de su ideología de exclusión.
Cuando yo critico el acercamiento de Sánchez a ERC y Bildu, cosa que hago habitualmente, no critico que el PSOE pacte con los nacionalistas. Sino qué pacta el PSOE con los nacionalistas. No el hecho sino el cómo, el para qué: colaboración en la expansión de la imposición lingüística, impunidad y permisividad ante las ilegalidades…
Y, por último, si esto es así con Bildu o ERC ¿cómo no va a resultar absolutamente extravagante la pretensión de algunos, como Valls, de que hay que montar cinturones de exclusión de Vox? Se equivoca Cs al aceptar un tablero y reglas distorsionadas que no son más que una expansión de Tinell a toda la vida política española.
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En un gráfico para poder copiar/pegar:

Coincido con su postura de no hacer cordones sanitarios a partidos legales. No coincido en que sean legales los partidos independentistas.
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A mí me pareció bien que se ilegalizase a HB, un partido de clara relación con el crimen. Y me parecería también razonable que se ilegalizase a ERC y JpC una vez se condenen sus actos, su intento de golpe de estado.
No creo en que los partidos se tomen la justicia por su mano (aplicar cordones de exclusión) pero sí en que se sea estricto en el cumplimiento de la legalidad (no aceptar que los partidos se salten la ley como estrategia)
Un saludo cordial,
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