Siempre he tenido claro que las redes sociales, al igual que los medios de comunicación, manipulan. Con sus sugerencias, con una mayor difusión de un tipo de mensajes frente a otros, con la ridiculización y demonización de las ideas a marginar…
También es evidente que generan adicción. La media de horas de tele era ya descomunal hace años y se ha incrementado con los móviles y las redes sociales.
El dilema de las redes sociales es un buen documental al respecto. Describiendo tanto las estrategias que utilizan para enganchar a sus víctimas como el enorme poder que obtienen con ello.
Y últimamente, con el proceso electoral estadounidense, hemos visto que también disponen de capacidad para censurar y no tienen escrúpulos para hacerlo… ¡incluso al vigente presidente del país más poderoso del mundo!
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Son sectarios en su manipulación, arrastrando a las sociedades a posiciones autodestructivas. Producen daño personal con el exceso derivado de la adicción. Y erosionan fuertemente el sistema general de libertades con su censura.
Y todo esto es en gran parte consecuencia de su posición de monopolio. Se vio con la censura a Trump. La colaboración de Facebook, Twitter y Youtube censurando y Apple, Amazon y Google impidiendo activamente que otras plataformas, como Parler, pudiesen disponer de servidores con los que funcionar como alternativa. Quedó claro que todo está en las mismas manos. Por mucho que pronto, una vez conseguido el objetivo, vuelvan a simular libertad y pluralismo.
El poder absoluto corrompe absolutamente. No será la primera vez que unos medios monopolizados arrastren a la sociedad al desastre, eso ya lo conocemos. ¡Allá vamos!
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Política de garaje 