Malos, los hay mejores y peores

Mucha gente cree que para mentir e intrigar basta con ser malo. Y no, también hay que ser bueno. Bueno mintiendo e intrigando.

Por ejemplo, hay políticos como Merkel, que han conseguido engañar a muchos. Y durante 15 años. Aunque al final los hechos no se puedan ocultar, claro. Y la conclusión sea un desastre. Pero no cabe duda que Merkel es hoy el tope de la gama.

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Bajando de nivel, otro que también es bueno en este arte es Borrell. A quién muchos vieron como figura frente al nacionalismo catalán. Pero se le ve más el plumero, poco después estaba en el gobierno de Sánchez, el de la moción apoyada por Junqueras, Puigemont, Otegi.. Y últimamente está prácticamente quemado, por Venezuela.

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Pero no debe ser tan sencillo reclutar gente tan «capacitada» para esta materia. Ahí tenemos la penúltimo desatino de Von der Leyen, la que algunos consideraban probable sucesora de Merkel. En la palestra por sus intrigas y malas decisiones frente a la pandemia del covid. Un desastre.

O Macron, de capa caída últimamente. Y muy poco discreto en sus declaraciones. ¡Por favor, intrigantes! ¡Un poco de disimulo!

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Zapatero aparecería ya muy abajo en el ránking. Malo y malo. De intención y capacidad. El «príncipe» de la dictadura chavista. ¡Menudo papel!

Y aun es peor el caso de Sánchez. A quien han tenido que poner un asesor (Redondo) para que le diga qué debe hacer. Y ni por esas, que el propio Redondo no parece muy hábil. Ni con las campañas publicitarias tipo Kennedy, ni con las intrigas parlamentarias, como la última de Murcia. Se les ve mucho mucho la perversión de la democracia.

Parece claro que ninguno de ellos es demasiado brillante. Sino que tan solo han contado con un extraordinario apoyo de los medios de comunicación. Habría que preguntarse quién tiene la propiedad de estos medios y a qué se puede deber su interés en apoyar tanto a Zapatero como a Sánchez.

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Pero no es de extrañar. A los medios y redes sociales se les ha visto el partidismo y la falta de pluralismo con claridad últimamente en todo el mundo.

Así que, en medio de la desolación, tendremos que aferrarnos a la esperanza de que da el que no estén consiguiendo reclutar a gente valiosa. Una mínima esperanza, viendo lo mal que van las cosas. Pero quién sabe, quizá se hayan destapado demasiado y empiece a aparecer el rechazo.

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