
Mientras EEUU intenta resolver el problema de Venezuela apoyando a Guaidó y presionando económicamente a Cuba para que deje sostener a Maduro, Francia y Alemania lo obstruyen discretamente, retrasando el reconocimiento a Guaidó, proponiendo diálogos estériles y reafirmando su comercio con Cuba.
A Sánchez le toca un trabajo más sucio: el apoyo directo a la dictadura castrista con dos visitas a la isla, una suya y otra del rey de España. Y no digamos Zapatero, que se encarga de colaborar directamente con Maduro (ya le llegará el turno a Sánchez, pero ojalá para entonces ya no sea nuestro presidente).
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Cuando Trump presiona a Irán porque considera que no cumple con el espíritu del acuerdo nuclear, Macron y Merkel se colocan del lado iraní pero con prudencia, defendiendo que el tratado vigente es un mal menor. A Sánchez le toca de nuevo el trazo grueso y España retira la fragata Méndez Núñez del grupo de combate de EEUU en el golfo Pérsico. Como a Zapatero le tocó en su día no levantarse ante la bandera americana tras la Guerra de Irak.
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Si Macron pretende liderar tema del cambio climático y promover un distorsionado concepto de multilateralismo, que equipara a dictaduras y democracias, es decir, aprovecharlo para lanzar sutiles pero constantes condenas a EEUU y dar cancha a la dictadura China, Sánchez se encarga de organizar la cumbre y promover el multiculturalismo en su discurso inaugural.
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Entretanto la prensa europea da cancha a los nacionalismos y cuestiona las instituciones españolas, la justicia alemana incumple las euroórdenes y grupos de parlamentarios franceses hacen de punta de lanza apoyando abiertamente a los nacionalistas, los dirigentes franco-alemanes guardan la ropa con una discreta inacción vestida de formal apoyo a la democracia española. ¿Y Sánchez? de nuevo la labor sucia. Ligar el gobierno de España a nacionalistas con condenas por golpistas y terroristas y convertirse en valedor público de la nación de naciones anti-española. Como Zapatero con su Tinell y el Estatuto de Cataluña nación.
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Y podríamos seguir (Huawei, France Telecom, Enel, Bankia y el rescate…) pero no creo que sea necesario.
El caso es que Sánchez, como en su día Zapatero, parece seguir la estela de los gobiernos francés y alemán, como un escudero sigue a su señor. Con tan evidente beneficio personal como perjuicio de los intereses de los españoles (sanciones EEUU, perjuicio de las empresas, fractura y enfrentamiento entre españoles…)
Y si el río suena… lo mismo es que lleva agua.
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