Sánchez, un vendedor de buen rollito

Sánchez es un vendedor de buen rollito. Por eso evita el luto con la epidemia. Por eso muestra su buen corazón proponiendo ayudas a los más necesitados, riega de dinero a los medios de comunicación…

Y claro, también por eso se esfuerza en asociar permanentemente a su oposición a mal rollo. De ahí desenterrar a Franco, acusar de bulos, tachar de ultraderecha, expulsar de las manifestaciones feministas…

Todo lo asociado a Sánchez debe estar adornado por emociones positivas y todo lo que tenga que ver con la oposición, lo contrario.

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Pero claro, la realidad es otra cosa.

La realidad es que la economía ya se estaba deteriorando antes de que llegase la crisis del COVID. Y eso significa más pobreza para los más vulnerables, los más pobres. Por muchas medidas compensatorias que se tomen luego: renta básica…

La realidad es que hoy día hay más enfrentamiento entre la ciudadanía. Más mal rollo real que cuando gobernaba Rajoy, por ejemplo. Porque ¿qué otra cosa puede haber si se da poder a Otegi, Junqueras o Iglesias? Políticos que viven del enfrentamiento.

La realidad no coincide con el discurso del buen rollito. Sino que cada vez es más lo opuesto. Imagino que por eso necesita tanto el apoyo de los medios de comunicación. Necesita más maquillaje.

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La última novedad es que Sánchez quiere ¡ un gran pacto !

Un gran pacto… quien no promueve ni los pactos más pequeños, quien pasa semanas sin llamar a la oposición.

Humo de propagandista, de prestidigitador que necesita cubrirse ahora que vienen tiempos revueltos. Cuando la economía se ha roto con la crisis del COVID y se necesitará gestión práctica, no solo publicidad. Disminuir el déficit, no solo dar ayudas.

La UE colaborará con las ayudas, pero exigiendo en contrapartida la atención al déficit. Ayudas a los parados pero también disminución del paro. Y eso no es viable de la mano de Iglesias, Junqueras y Otegi, todos lo sabemos. Así que sabe que vienen tiempos revueltos, en los que su actual gobierno puede no ser capaz de mantenerse.

Para que este país retome la buena senda que teníamos en 2018 (que la teníamos, solo hay que mirar la gráfica del paro, y la del déficit es similar) necesitamos menos propaganda y más gestión. Ya se han consumido las reservas que dejó el periodo anterior. No queda inercia económica positiva.

Pronto no habrá maquillaje que tape la herida. No bastarán las sonrisas y el buen rollo, por gratas que estas sean.

Y por mucha fe que tenga en ellas el máximo asesor del gobierno.

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Para acabar, habrá quién piense que la solución puede venir de la mano de un partido como Vox. Pero yo no lo creo.

Creo que, aunque Vox tiene razón en algunas de sus denuncias, tira demasiado de emociones frentistas. Tira demasiado de propaganda opuesta. Es demasiado parecido al PSOE cuando aun no se había pervertido por Zapatero.

Si nuestros problemas vienen de transformar la política en un juego de hinchadas enfrentadas, es poco probable que la solución venga ni de asociarse a la bando dominante (acercarse al PSOE intentando caer bien) ni de montar una hinchada contraria.

La solución es más gestión y una denuncia clara del sectarismo de los medios cuando se de. Gestión y salud mediática. Solo así se hace de un país un gran país. Un gran país de verdad, en el que la gente viva bien.

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