La estructura del cáncer globalista

Últimamente, tras la victoria de Trump, está saliendo a la luz información importante que hasta ahora permanecía oculta.

Me está resultado especialmente reveladora la relativa a USAID, una Agencia cuyo presupuesto dobla el del Ministerio de Defensa español. Teóricamente independiente y dedicada a la asistencia económica y humanitaria en el mundo, en la práctica parece estar colonizada por los globalistas y utilizada como herramienta de injerencia política. Ejemplos claros son sus intervenciones en Rumanía, Polonia, Hungría, donde financia medios y campañas contra partidos patriotas.

Esto merece destacarse porque arroja luz sobre cómo la oligarquía globalista extiende su control sobre el mundo. Aprovecharé este hilo para desenredar el ovillo y completar el cuadro general para entender a los globalistas.

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Como ya hemos descrito en este blog, desde su origen en 1884 los globalistas operan en tres grandes ámbitos de influencia:

• El poder financiero: Desde su fundación, los Rothschild en Reino Unido y los Rockefeller en Estados Unidos han sido pilares fundamentales.

• La educación de la sociedad. Tanto a nivel de élites, mediante universidades como la London School of Economics, como a nivel masivo, a través del control de los medios de comunicación.

• El poder político e institucional: Aquí encontramos al Partido Laborista, la Internacional Socialista, la Comisión Trilateral o el Club Bilderberg, además de la colocación de personas afines en puestos clave de las instituciones.

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Desde estos pilares, trasladan su ideario de izquierdas, vinculado al Socialismo Fabiano, e imponen sus agendas:

• Erosión de las naciones: Buscan potenciar el control desde organismos globales como la ONU o la OTAN. Esto incluye la erosión de la cultura occidental, la promoción de la inmigración masiva mediante fronteras abiertas y el fomento de nacionalismos divisivos.

• Ideologías colectivistas 2woke»: Feminismo, movimiento LGBT, antirracismo, entre otros.

• Estatalización de la sociedad: Todo controlado por el Estado bajo el lema «no tendrás nada y serás feliz«. Esto explica la permisividad con la ocupación, las trabas al acceso a la vivienda o la imposición de la educación pública como opción casi exclusiva.

• Alarmismo climático: Una herramienta tanto ideológica como de control económico.

• Conflictos estables: Aunque esta agenda resulta más compleja de entender, es evidente que los globalistas promueven conflictos permanentes en lugares como Oriente Próximo, Cuba, Venezuela o Ucrania, apoyando a ambos bandos simultáneamente. Podría ser parte de la estrategia de erosión nacional o algo más ideológico. Orwell, en 1984, describía un Ministerio de la Paz dedicado a mantener guerras siempre activas. Para dominar a la sociedad, hay que controlar sus impulsos, y las guerras, como el progresismo, podrían ser una forma de liderar las tensiones sociales.

Sin embargo, faltaba comprender cómo aplican ese poder para expandir su influencia.

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Más allá de la acción directa de sus numerosos miembros (como la masonería) y sus peones estratégicamente colocados, creo que se pueden identificar tres herramientas principales de expansión:

• ONGs: Ejemplos como Open Arms, que apoya la agenda de inmigración masiva, o la UNRWA, que colabora con Hamás para erosionar a Israel y Estados Unidos, ilustran esta función.

• Agencias y donaciones estatales: Aquí entra USAID, junto a las innumerables donaciones provenientes de la UE, gobiernos nacionales, comunidades autónomas e incluso ayuntamientos. Una de las tareas clave de los globalistas es emplear el dinero público —el de todos— para financiar sus agendas e ideologías. En otras palabras, nosotros mismos pagamos nuestras cadenas.

• Empresas: El mecanismo aquí sigue una cadena clara de influencias. Los grandes fondos financieros, bajo control globalista, captan el dinero de la sociedad a través de las inversiones de particulares. Con ese capital, dominan la compra y venta de acciones de las empresas, lo que les otorga posiciones en los consejos de administración. Desde ahí, dictan las políticas corporativas y eligen a los comités de dirección. ¿Entendemos ahora por qué todas las empresas estaban obligadas a seguir la agenda DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión) y por qué, con Trump, están dejando de hacerlo a medida que los fondos cambian de bando?

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