A día de hoy, en España, hay dos grandes ideologías manipuladoras (emociologías): la nacionalista y la de izquierda sectaria. Ambas imponiendo en la vida pública su canon de corrección política.
Los nacionalismos marcando qué es ser un buen catalán, vasco… la izquierda sectaria marcando qué es ser progresista, feminista, lgtb, no-xenófobo, climáticamente sensible…
Ambas son opciones altamente manipuladoras. Quienes lideran estos movimientos emociológicos, es decir, los partidos y medios de comunicación de bando, impiden la discusión abierta sobre los temas que controlan y otorgan carnets de buenos y malos.
Una asignación de papeles que les permite tener las manos libres para actuar sin perder apoyo electoral y a la vez maniatar a sus contrincantes:
- El nacionalismo vasco puede matar a 858 personas y sin embargo acusar a las víctimas de ser insensibles al dolor ajeno, de no buscar la paz e incluso de ser agresivos por buscar la cobertura de los cuerpos de seguridad. Solo podrá ser considerado pacifista quien apoye los objetivos nacionalistas.
- El nacionalismo catalán, a su manera, hace lo mismo. Impone el catalán mientras acusa a quien se resista de querer imponer el español. Se salta las leyes democráticas al grito de que quien exija se se respeten es antidemocrático. Y, asombrosamente, una gran parte importante del electorado se lo cree. Eso es dominar una sociedad.
- La izquierda sectaria ha desenterrado a Franco para traerlo a una actualidad en la que nadie lo reivindicaba y acusa a sus contrincantes de franquistas. Niega el carnet de feminista a partidos con un enorme número de mujeres entre sus puestos de máximo nivel y no le tiembla la voz a la hora de llamar homófobo al PP, aunque uno de sus portavoces sea pionero en el uso del matrimonio homosexual. ¿Qué importa la realidad? Los carnets los entrega la izquierda. La izquierda política y la mediática. Y, una vez aceptado que ellos son los únicos buenos, pueden pactar con los nacionalistas, arruinar la economía y el empleo… nada tiene excesivo coste, porque no hay contrincante aceptable al que su electorado pueda recurrir.
Fuera de ese entorno de nacionalismo e izquierda sectaria, quedan tres grandes partidos: Cs, el PP y Vox.
Vox, como indico en la entrada anterior, es también un partido altamente manipulador. Que no pretende tanto liberarnos de la corrección política como marcar ellos la pauta de qué se puede decir y qué no.

https://politicadegaraje.blog/2019/11/08/por-que-no-voto-a-vox/
Es cierto que combate las dos principales emociologías actuales y que estratégicamente parece estar del lado de una España que perdure y que no sea manejada desde el exterior. Que no haga seguidismo de la propaganda franco-alemana como si fuese un gobierno marioneta.

https://politicadegaraje.blog/2019/11/02/resumen-de-la-intriga-nacionalista-en-espana/
Pero obliga a tragar con un discurso que impone carnets y exige adhesiones ciegas, no muy distinto a lo que hacen nacionalistas e izquierda sectaria. Es decir, despliega una política de derecha sectaria. Y no tengo claro que no nos llevase a ser una España políticamente disfuncional, al modo de Italia. Como dice el aforismo: Dios ciega a quien quiere perder. Y las emociologías, al promover adhesiones emocionales incuestionadas, ciegan la razón.
El PP es el gran partido de hoy día. Un partido que defiende la pluralidad en vez manipulación. Un partido que, como vemos en el video de portada, entiende:
- Cuál es el valor a defender: la libertad de pensamiento, el pluralismo frente a la manipulación.
- Qué partidos son los que la atacan hoy día: nacionalistas e izquierda sectaria (PSOE y Podemos)
- La importancia de denunciar a los medios de comunicación como agentes de manipulación. La necesidad de un entorno mediático saludable.
Yo diría que tan solo le falta reconocer, o al menos enunciar abiertamente, la cuestión estratégica. Cómo encajan estas emociologías en los equilibrios de poder en Europa y el mundo. No estaremos más protegidos por no nombrar la bicha, sino todo lo contrario me temo.
Y nos queda Cs. Quién, junto con UPyD, fue por un momento la gran esperanza para España.
Un país no puede ser estable sin al menos una pareja de partidos constructivos que puedan gobernar. Al PP, partido no manipulador de derechas, le debe acompañar un partido no manipulador de izquierda para poder conseguir una estabilidad. Si no, ocurre lo que hemos visto hasta hoy. Que a Aznar le montan un Plan Ibarretxe que se cierra con el Pacto de Tinell y a Rajoy le montan un Procés que se cierra con la Moción de Censura (sí, en mayúsculas, como un hito en la historia de España). Todos contra el PP.
UPyD y Cs nacieron de la izquierda que rechazaba el nacionalismo. Y fueron por un momento la esperanza de que se consolidase en España una opción real de representación para la izquierda no sectaria, que por otro lado creo que es lo mayoritario entre la ciudadanía (casi toda la gente de izquierdas que conozco no es sectaria) Pero se estropeó. Se utilizó a Cs para acabar con UPyD y luego se reorientó para que intentase sustituir al PP en vez de regenerar la izquierda. Una pena. Ha dejado a Cs sin hueco político real y a España coja.
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Así que no tengo duda. A día de hoy, el partido a partir del cual se puede recuperar una España plural, estable e internacionalmente independiente, es el PP. Que necesitará, cuando gobierne, recomponer el entorno mediático para que pueda crecer un partido de izquierda no sectaria. Algo inviable a día de hoy, tal es dominio que tiene la izquierda sectaria del entorno mediático de izquierdas. Pero absolutamente necesario para conseguir una España que valga la pena. Una España en la que la política no consista en separar a la ciudadanía en bandos a los que se enfrenta en beneficio del unos partidos manipuladores, sino que esté al servicio de los ciudadanos. Tenemos al PP, nos falta un equivalente a la izquierda.
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Nota: inicialmente titulé este artículo: «El PP, es el gran partido español». Pero creo que es más interesante resaltar que es el buen partido español. El único que realmente defiende la prosperidad y la convivencia frente a la manipulación interesada y autodestructiva.
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4 comentarios sobre “El PP, el buen partido”