
De las distintas masonerías, la Sociedad Fabiana (1884) es la que estuvo en el origen de los primeros partidos socialistas. Y no sólo. Posteriormente fue el germen de las llamadas social-democracias y actualmente está detrás de los partidos de izquierda y de derecha que se auto definen como moderados. Todo ello parte de un todo al que en adelante me referiré como los Globalistas.
Su ideología original es el Socialismo Fabiano pero ha promovido otros grandes movimientos aparte del socialismo. Como el pacifismo apaciguador, la búsqueda de un Nuevo Orden Mundial erosionando las naciones en favor de organizaciones globales como la ONU, el ecologismo anti nuclear primero y el alarmismo climático asociado al CO2 después, los diferentes nacionalismos disgregadores (divide et impera), la agenda de inmigración masiva con fronteras abiertas o las actuales ideologías identitarias woke. Todas ellas agendas que se han defendido desde la atalaya de un supuesto altruismo pero que han resultado ser auténticas calamidades en la práctica.
Sus principales entornos de influencia, desde sus inicios, fueron el financiero (Rothschild, Rockefeller…), el educativo (London School of Economics…) que luego incluyó el mediático y el político (Partido Laborista…). Una influencia que atraviesa generaciones, marcando el último siglo de la historia de Occidente. La Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría o el actual declive de las democracias no se entienden sin su participación a menudo oculta.
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La Segunda Guerra Mundial se produce como consecuencia de dos facetas típicamente globalistas:
- La promoción de un pacifismo apaciguador que facilita el crecimiento de las dictaduras totalitarias de origen socialista como son la comunista en la URSS, la fascista en Italia y la nacional-socialista en Alemania. Y desarma a las democracias alegando no querer ofrecer una imagen agresiva.
- La demonización de los adversarios que defendían las democracias liberales, con especial fijación en Churchill a quien tachan de belicista, racista, alcohólico y misógino. La descalificación personal es una táctica habitual globalista. Añadida a la descalificación política, claro, los globalistas siempre tachan a sus contrincantes de extremistas. Lo hicieron con Churchill como luego con Reagan o ahora con Trump y los partidos Patriotas.
Ambas facetas son las que llevaron a un Occidente dominante a decaer hasta hundirse en la violencia de la Segunda Guerra Mundial. Sólo hay que recordar la absurda estrategia de desarme de Baldwin, acabando con su propia aviación mientras Hitler construía la suya, para no resultar amenazante. O las palabras del entonces influente fabiano Arnold Toynbee, dignas de Grima, Lengua de serpiente.

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Tras la 2GM hay un periodo de defensa de las democracias frente a la izquierda asociado a la Guerra Fría. Ahí se encuadra por ejemplo el macartismo (1950-56), pero poco a poco esta defensa frente a un enemigo que no se muestra desaparece. Recordemos que el emblema de la Sociedad Fabiana es un lobo con piel de oveja.
Es de especial importancia la influencia sobre la Alemania de posguerra que cae paso a paso bajo el paraguas globalista: La creación Internacional Socialista (Fráncfort 1951), la deriva del SPD alemán hacia una social-democracia moderada en las formas pero colaboradora con la URSS (Willy Brandt y la Ostpolitik en 1969), el ecologismo anti nuclear, la incorporación de las dos Alemanias a la ONU (1973)… todos los pasos tienen un claro aroma globalista.
Y a través de Alemania se busca el control de Europa. Por ejemplo en España, donde durante la Transición se hizo famosa en el PSOE la frase: O Marx o marcos (recordemos que los globalistas estaban en la etapa social-demócrata). El PSOE, como otros partidos europeos, se rehízo por completo a través de una triple influencia globalista (recomiendo leer «Los amos del PSOE» de Manuel Bonilla Sauras):
- Financiación del partido con marcos alemanes.
- Formación de cuadros en Alemania a cuenta del SPD.
- Prestigio y visibilidad a través de la Internacional Socialista dirigida por Willy Brandt.
Este segundo crecimiento de los Globalistas en el mundo se ve frenado en la década de los ochenta por una reacción en defensa de las democracias liberales y el libre mercado que encabezan Thatcher en Reino Unido (1979-90) y Reagan en EEUU (1981-89). Ambos inicialmente denostados, como Churchill, pero también finalmente resultaron victoriosos y encumbrados. Me parece reseñable que, como Trump en 2024, ambos sufrieron intentos de asesinato: Reagan en 1981 y Thatcher en 1984.
Esta reacción frente a los Globalistas tuvo sus frutos. En 1990-91 cayó la URSS y el mundo parecía recomponerse de nuevo, con el crecimiento de las democracias, la prosperidad y las libertades.
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Pero el enemigo Globalista había perdido una batalla en los ochenta, no la guerra. Y pronto volvieron a las andadas.
Asumieron la lucha de clases ya no era creíble como banderín de enganche y la sustituyeron por uno nuevo similar: la lucha de colectivos. Ahora tocaba transformar el feminismo igualitario en una variante frentista. Y lo mismo con las libertades sexuales, las razas, las lenguas… Es decir, desplegaron lo que se ha dado en llamar las ideologías identitarias woke.
En general la estrategia es la misma. Enfrentamiento social, un supuesto progreso que en realidad es progresismo dirigido por ellos, erosión de las naciones en beneficio de organismos supranacionales (ONU, OMS…), colaboración con las dictaduras hostiles a Occidente… las mismas estrategias de fondo que los pacifistas contrarios a Churchill o los socialdemócratas contrarios a Thatcher y Reagan.
Con una ventaja añadida para los Globalistas. Al renunciar a banderín explícito del socialismo se han podido permitir la colonización también de los partidos de derechas. Ahí se pueden encuadrar los partidos englobados en el llamado Grupo Popular Europeo. O la corriente de los RINOs del Partido Republicano estadounidense. Un recurso que les permite conseguir un control casi total de la política al tener a su servicio las dos principales opciones. Pero sólo casi. Frente a ellos ya han aparecido los partidos llamados Patriotas, que se definen por su defensa de la nación y su oposición a las Agendas Globalistas.
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La conclusión es que el crecimiento de los partidos Patriotas se explica por el riesgo que suponen los Globalistas. Que nos están arrastrando de nuevo a un peligroso desequilibrio mundial y a la erosión de las naciones democráticas.
Pero no deberíamos quedarnos sólo en eso. Si también han sido en gran manera responsables de la Segunda Guerra Mundial y de la posterior Guerra Fría ¿Seremos capaces de entender que no se trata sólo de ganarles una vez más sino que deberíamos acabar de una vez por todas esta amenaza?
¿Seremos capaces de liberar a nuestros hijos de esta persistente amenaza a las libertades, la seguridad y la prosperidad?
¿Seremos capaces de desactivar permanentemente a este enemigo interno de las democracias liberales?
Ésta es la gran pregunta hoy día.
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Lo mejor que he leído en muchísimo tiempo. Has desnudado las intenciones del socialismo a través de la historia y sus macabras intenciones. Esto debería ser lectura obligaría para que la gente de bien entienda lo que está en juego.
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