Igualdad, un ministerio para diferenciar y enfrentar

No es casualidad que el Ministerio de Igualdad sea el buque insignia de Podemos en el Gobierno de Sánchez. Todo lo contrario, es un ministerio entregado por completo a la ideología. Y sólo en esos términos se puede entender lo que hacen.

Hay a quienes les cuesta verlo porque la izquierda ha mutado con el tiempo. Ya no es esa ideología rígida que todo lo analizaba en términos de lucha de clases, de revolución de los pobres contra unos ricos que les oprimen. Una vez perdida esa batalla, al comprobarse que el comunismo era capaz de acabar con los ricos pero no con la pobreza, podría haberse extinguido. Pero no fue así. Revivió con una mutación: la lucha de colectivos.

La lucha de colectivos consiste en aplicar una estrategia similar a la de la lucha de clases pero a distintos grupos de la sociedad y simultáneamente. Básicamente se trata de elegir grupos sociales con alguna característica diferencial (mujeres, homosexuales, raza minoritaria, lengua… cualquier faceta vale) y convencerlos de que están siendo oprimidos para así aglutinarlos y liderarlos. Es decir, es un mecanismo de poder a través de la división de la sociedad en colectivos enfrentados fácilmente manejables. Nada une tanto como un enemigo compartido, sea este real o no.

Podría buscar el origen de esta mutación de la izquierda en los años 70, con la Ostpolitik, el acercamiento de la opulenta Alemania a la Rusia comunista. Pero esa ya es otra historia. Así que me centraré en el tema de hoy, el Ministerio de Igualdad.

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Vayamos a por la ley del Sólo sí es sí y analicemos desde esa perspectiva.

Podemos insiste en que la esencia de la ley es centrar la cuestión en el consentimiento. Y es cierto, pero hay que entender qué quieren decir con ello. Ya que el consentimiento siempre se ha considerado necesario y por lo tanto parecería que no hay novedad. Vayamos a la esencia de lo que busca Podemos y se entenderá qué quieren decir con centrar en el consentimiento.

La izquierda busca dividir y enfrentar a hombres y mujeres y proclamarse en la defensora de las mujeres como colectivo (por eso puede despreciar a la mujeres de derechas, que no aceptan ser parte de ese colectivo). Así que buscaron hacer una ley que diferenciase y discriminase en favor de las mujeres ¿Cómo? Estableciendo la presunción de culpabilidad para los hombres. Esa es la base real de la ley.

Pero no podían conseguir la presunción de culpabilidad centrándose en la violencia. Era difícil que la sociedad aceptase que los hombres fuesen culpables de agresiones como las asociadas a una violación sin pruebas, sólo por no poder demostrar que no lo hicieron. Así que optaron por centrar en otro aspecto que sí lo permitiese. Y de esta manera llegaron al consentimiento. Se podía intentar exigir a los hombres que demuestren que hubo consentimiento y si no considerar que el acto sexual no fue consentido y por lo tanto abuso… o agresión. (En el anteproyecto se contemplaba la exigencia de un consentimiento explícito cuya prueba recaía en el acusado, pero se suprimió de la parte punitiva al ser claramente inconstitucional)

¿Se ve la trampa? A través del consentimiento se consigue la presunción de culpabilidad para el hombre y sólo para el hombre.

Pero claro, como todas las trampas, tiene sus inconvenientes. Dos al menos.

El primero, que está saltando a las portadas actualmente, es la rebaja de pena para los agresores sexuales más violentos. Algo normal ya que al establecer que el delito no depende de la violencia utilizada, no se diferencia entre abuso y agresión, las penas por los actos más graves se rebajaron.

El segundo la discriminación. Este tardará más en aparecer en los medios pero vendrán condenas injustas basadas en la presunción de culpabilidad. Y, no lo olvidemos, la separación entre hombres y mujeres es artificial. Todas las mujeres tienen padres, hermanos, hijos, amigos… Todos sufriremos por la injusticia inherente a la presunción de culpabilidad.

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Por último, una pregunta que muchos se hacen ¿no vieron el PSOE y Podemos que ésto tendría un coste político para ellos?

Sí, por supuesto que lo vieron. Pero pensaron que el ciclo estaba a su favor y tendrían cobertura mediática suficiente para tapar los efectos negativos. Un error de valoración de los tiempos políticos.

Sé que suena crudo pero es así. A los partidos de izquierda (no considero ya social demócrata al PSOE) nunca les ha importado que aumente la pobreza cuando gobiernan, algo que se ha repetido innumerables veces sin que por ello rectifiquen. Igualmente tampoco les preocupa que aumenten las excarcelaciones de agresores sexuales. Los inconvenientes no les preocupan mientras puedan taparlos con una combinación de silencio mediático y propaganda ideológica. Mientras no afecten al voto, a su poder.

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Por último me gustaría resaltar otra cuestión también relacionada con el Ministerio de Igualdad y en el que se puede apreciar el mismo principio subyacente. En el del sexo y los menores.

Estas declaraciones de Irene Montero sobre el derecho de los niños a tener sexo con adultos, que no ha corregido, mucha gente suele interpretarlas como un error de comunicación. Pero yo creo que no es así. Creo que decía exactamente lo que quería decir.

Para entenderlo conviene buscar la colectivización predominante en este caso. Y creo que es la de creyentes y no creyentes. Una división que en el mundo de la educación tiene aun mucho peso y en la tradición de la izquierda española, también.

Para la iglesia el sexo por puro placer es pecado y no debe practicarse, un precepto un tanto anticuado en la sociedad actual y por lo tanto un aspecto vulnerable para la Iglesia. Así que la izquierda lo aprovecha posicionándose justo en oposición: el sexo es siempre positivo mientras haya consentimiento y debe promoverse, incluso entre los niños.

El inconveniente es evidente en este caso de ahí que no lo expresen abiertamente, sino como supuestos errores de comunicación. El inconveniente es que a los menores los consideramos como tales porque aun no han formado su personalidad y criterio y, por lo tanto, su consentimiento no es suficiente. Fácilmente podría ser un consentimiento derivado de una manipulación. Es decir, es imposible determinar cuando se habría producido sexo sin abuso. De ahí que la pederastia esté prohibida. Y ahí, claro, el peligro de este tipo de posicionamientos.

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