El horror y su soporte, las teorías de apaciguamiento

Merkel se opuso a la entrada de Ucrania en la OTAN en 2008, retomó el Nord Stream en 2015 tras la 1ª invasión rusa, y aun hoy aboga por el acercamiento a Putin. Alemania inició esta estrategia en los 70, la denominaron Ostpolitik, y les ha reportado enormes beneficios económicos.

Entre 300 y 500 soldados rusos mueren cada día según el ministerio de defensa de Ucrania. Y no serán menos, probablemente, los muertos habidos por el lado agredido, el ucraniano, ahora liderando la batalla. Un horror. No tiene otro nombre.

Ante esta situación, el dictador ruso, Putin, está optando por huir hacia adelante incrementando la apuesta: reclutamiento de más soldados, amenaza nuclear…

El drama humano es terrible y la amenaza de escalada es un espanto. Hasta ahí no hay dudas. Pero sí aparecen en la respuesta. ¿Convene buscar la derrota de Putin o ayudarle a encontrar salida con la que pueda salvar la cara y mantenerse sin problemas en el poder?

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Apaciguamiento, ostpolitik, paz mediante el comercio, multilateralismo… las estrategias de colaboración con potencias agresivas haciendo concesiones con la esperanza de minimizar daños han recibido muchos nombres a lo largo de la historia. Y siempre son defendidas por gente con al menos aparentes deseos de paz, por altruistas incluso. El último, Elon Musk en twitter.

Por eso que creo que es importante entender el problema: el apaciguamiento no funciona, nunca lo hace.

La Segunda Guerra Mundial fue la consecuencia de no enfrentarse primero a la URSS y luego a Hitler, dos regímenes claramente totalitarios, agresivos y expansivos. La Guerra Fría mantuvo la violencia de la URSS bajo un cierto control porque EEUU se enfrentó a ella, no por una colaboración. Y la caída de la URSS no se debió al comercio con Alemania en la etapa final sino a la presión de Reagan, que les hizo imposible mantener el ritmo.

El mensaje buenista que afirma que la solución está siempre en buscar la colaboración y la paz es sencillamente falso. Buscar la colaboración con quienes no quieren respetar a los demás sino dominarlos y aprovecharse de ellos no sirve nada más que para darles fuerza, ya que bloquea la necesaria reacción contra ellos.

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Quedaría entonces una pregunta por responder ¿cómo es posible que caigamos tantas veces en esa trampa del apaciguamiento?

La respuesta es simple pero dura por lo que tiene de perverso: siempre hay alguien interesado en alentar las teorías de apaciguamiento por su propio beneficio y siempre hay gente deseando que pudiesen funcionar y evitar los problemas en vez de enfrentarlos con realismo.

El apaciguamiento es una teoría apetecible que siempre tiene vendedor y comprador. Por eso debemos sospechar siempre de quienes nos las venden. De quienes nos dicen que hay que colaborar con Putin, con Irán, con Cuba… Y eso, tristemente, en los últimos tiempos ha sido el signo de Francia y Alemania en Europa y del Partido Demócrata en EEUU.

Mantengámonos atentos ante los engaños que contienen los cantos de sirena de los los apaciguadores. Pocas cosas tan importantes en estos tiempos en los que de nuevo el mundo se está volviendo peligroso.

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