A Sánchez no le están saliendo los números para gobernar sin depender de Podemos y secesionistas. Así que imagino que durante el mes que le queda jugará la última baza. La misma que utilizó Zapatero en su día: la tensión.
Se trata de aprovechar la mayoría mediática favorable a la izquierda (La1, La2, A3, Cuatro, Tele5 y Sexta. Todo menos 13 e Intereconomía)
El electorado, en general, solo es manipulable hasta un cierto punto. Valora si hay problemas económicos o no, quien gestiona mejor esos problemas, qué hace cada cual respecto del nacionalismo… es decir, somos más bien influenciables que manipulables.
Pero esto deja de ser así cuando se eleva la tensión. Si se consigue llevar a la sociedad a un estado pasional, entonces respondemos como una hinchada deportiva: ¡Qué me importa lo que me cueste! ¡Qué más da si fue penalti o no! ¡Quiero que ganen los míos y punto! Y en ese estado quien maneja los medios controla a la hinchada. Así sí que se puede manipular a la gente para que vaya incluso contra sus propios intereses.
Por eso Sánchez desentierra a Franco, como Zapatero convocó en su día elecciones para un 20-N. Para provocar tensión con dos distorsiones que sabe irritantes:
– Que la derecha es franquista (cosa falsa, solo hay que hacer cuentas de diputados y de propuestas pro-franquistas en el Parlamento)
– Que en su día el franquismo fue malo y dictatorial y la izquierda tolerante y democrática (falso también, la guerra extremó ambos sectores de la sociedad sacando lo peor de los dos, lo radical, minoritario y cruel)
La trampa es sencilla. Se pone a Franco en las portadas con un relato distorsionado de derecha mala e izquierda buena. Si la derecha critica la distorsión, entonces es que ha salido a la luz su esencia: la derecha es franquista. Y si no lo critica será que acepta la superioridad moral de la izquierda. Una estrategia que además facilita su colaboración con el nacionalismo, que utiliza a Franco de forma constante:
Con Franco presente
https://politicadegaraje.blog/2019/02/22/con-franco-presente/
Intentará aprovechar la sentencia del Procés, que parece que no satisfará las expectativas de parte de la derecha que esperaba rebelión en vez de sedición, dando cancha en sus medios a las respuestas más exaltadas.
La indignante corrupción, que aun siendo transversal todos intentan utilizar a su favor….
O cualquier otro capote que pueda encontrar o sacar de la manga.
Se tratará de conseguir una nueva foto de Colón. Que anime a los suyos a ir a votar en masa contra el equipo contrario y que facilite la colisión entre PP, Cs y Vox por su propio interés de aprovechar esa exaltación.
Pero igual que Sánchez intentará eso, Casado ya está intentando lo contrario: que la campaña sea tranquila para que no le funcione la estrategia. Para que la gente mire los datos objetivos de evolución del paro y crecimiento, la colaboración del PSOE con el nacionalismo, el manejo partidista e irresponsable de las cuentas públicas, la falta de voluntad de acuerdo para la gobernabilidad, transformada en intriga para aumentar el propio poder…

Por decirlo con un símil: Sánchez ofrecerá capotes con los que enardecerse. Si la sociedad se calienta y entra al trapo, la toreará con sus muchos medios de comunicación en su beneficio, llevándose las dos orejas (ambas cámaras) y el rabo (el gobierno)
Pero si la sociedad, y muy en particular los partidos y medios de la derecha, no entran a su juego… entonces a Sánchez se le verá como está en realidad: desnudo tras el capote. Sin propuestas prácticas y constructivas. Jugando con todos, a izquierda y derecha, un juego de trilero.
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