
En el mundo no hay una conspiración, hay miles. La política es un ajedrez en el que cada pieza se mueve por intereses propios. Y el tablero, que cambia sin parar, obliga a una constante modificación de cada estrategia.
Por eso, es tal la complejidad, que llegará un día, cuando las variables y reglas que la mueven se hayan descubierto, en que la política la jueguen mejor las máquinas que los hombres. Y baste con asignarles la tarea. Habremos alcanzado el sueño de la psicohistoria de Asimov.
Ese día, si funcionan las leyes de la robótica, podremos empezar a confiar en los políticos. Y yo… quizá entonces deje de tratar de fotografiar tableros de Heisenberg y monte un blog de ciencia ficción.
Pero de momento aquí seguiré. Intentando descifrar aperturas, estrategias, movimientos… y jugando adictivas partidas simultáneas en twitter. Un juego con sentido, por un mundo mejor.
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