Nada pega mejor con el cóctel de emociones del nacionalismo que la yenka.
Izquierda, izquierda: “somos un colectivo débil, oprimido por un poderoso Estado opresor, que busca su liberarse de sus cadenas”. (populismo de izquierdas, variante anti-imperialista)
Derecha, derecha: «están contaminando los valores esenciales de nuestra limpia y exitosa comunidad, debemos unirnos frente a la degeneración externa». (populismo de derechas)
Adelante: «el futuro nos pertenece, llegaremos a nuestra mágica Ítaca». (ilusión)
Detrás: «un objetivo que es también nuestro pasado milenario». (épica)
Un, dos, tres: «repita las palabras y cuando llegue a tres se encontrará en un estado de profunda relajación…» (repetición machacona y omnipresente para que la repuesta emocional bloquee la razón, por eso le es tan importante marcar el territorio)
Un potente cóctel emocional. Un chorrito de licor de izquierda, otro de derecha, se bate hacia delante y hacia atrás… y ya está. ¡A beber, que son dos días!
Que alegra, perturba y engancha. Ni más, ni menos.

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