Algunas ideas para entender, no el Brexit, sino el por qué se ha dado el Brexit.
Primero, una idea básica de la teoría de emociologías: los prejuicios supremacistas nos proporcionan sensación de fortaleza, pero en realidad generan vulnerabilidad. Dios ciega a quien quiere perder.

El Brexit es consecuencia de unos prejuicios supremacistas instalados en la sociedad británica. Unos prejuicios muy similares a los que denomino populismo de derechas. Que hicieron creer a muchos ingleses que Europa es un caos al que la gran Gran Bretaña debe evitar atarse.

http://pajobvios.blogspot.fr/2017/12/brexit-un-error-y-una-doble-carencia.html
Solo así se explica que la sociedad pudiese tomar una decisión tan importante de forma tan… ¿atolondrada? Es sabido que es más fácil desmontar un reloj que ensamblarlo luego. Así que desmontar décadas de unión nunca debería ser algo a decidir tan bruscamente, sin estudios serios, doble vuelta, mayorías sólidas…
Segundo, para que ocurriese se necesitaba que un enemigo quisiese aprovechar la vulnerabilidad de las democracias. Y unas democracias que se lo facilitasen por un pacifismo mal entendido (buscar la paz no es dejar crecer a las dictaduras, sino todo lo contrario).

http://pajobvios.blogspot.com/2018/10/multipolaridad-multilateralismo.html
Es difícil creer que la coincidencia mundial de los populismos y el crecimiento de las dictaduras sea casual (China, Corea del Norte, Rusia, Irán, Turquía, Cuba, Venezuela, Nicaragua…). No habrá pruebas, pero tampoco creo que la sospecha se deba descartar a priori cuando el enfrentamiento es un hecho.
Por último está el cómo: enfrentando la democracia consigo misma.
Aprovechando la idea tan extendida de que la democracia es el gobierno del pueblo. Una idea que, como argumento en la entrada anterior del blog, es atractiva pero falsa.
Al plantear que la decisión del Brexit se tomase por referéndum, se está cambiando el sentido de la democracia real. En democracia la opinión pública sirve de regulador del poder no para ejercer el poder. Con el voto se eligen representantes y estos son los que gobiernan, los que deciden los movimientos concretos y los realizan.
Con el Brexit, al enfrentarse presidencia y Cámara, se está enfrentando la legitimidad de la opinión pública consigo misma. La sociedad ha elegido a los miembros de la cámara, mayoritariamente partidarios del remain, así como ha votado el rederéndum para salir. Una idea que David Jiménez Torres cuenta muy bien en su artículo: Brexit: el reloj desmontado
https://www.elespanol.com/opinion/columnas/20190115/brexit-reloj-desmontado/368593143_13.html
P.D. (21 enero 2019) Creo que sé qué solución es la más adecuada. Acorde con el análisis anterior.
Si se cumple con el mandato del referéndum y se desarrolla el Brexit, sin convocar una segunda consulta, se consigue un resultado formalmente correcto. Pero que muy probablemente no coincida con la voluntad real de la sociedad ni con sus intereses.
Si se convoca una segunda consulta, igual a la primera, se cae en el mismo error que la primera vez. Y además, formalmente parece un engaño a la ciudadanía. Parece un truco de trilero y tiene un punto humillante para la ciudadanía, insano.
¿Cual es entonces la solución? Que se realice una segunda consulta pero, esta sí, correcta. En la que la sociedad sencillamente valide una decisión desarrollada por sus representantes, que para eso están. Lo que se debió hacer la primera vez.
Que la Cámara, con una amplia mayoría, acuerde realizar la siguiente segunda consulta: «La mayoría de la Cámara, como representantes de la ciudadanía, considera que a manera en que se realizó el referéndum del Brexit fue un error. Por lo tanto propone cancelar sus consecuencias y no realizar una nueva consulta hasta que exista una mayoría en la Cámara partidaria de un plan concreto de Brexit. ¿Está usted de acuerdo? Sí / No».
Una solución que además, encierra una lección de democracia. Una solución en la que quien se ha equivocado, que no es la gente al votar sino los partidos al convocar la consulta así, asume su error.
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