
Quienes navegan suelen decir que un barco siempre necesita el motor, aunque vaya a favor de la corriente. Porque si no queda a merced del mar.
Algo parecido piensan las élites globalistas respecto de la sociedad. Hay que mantenerla en permanente movimiento para evitar que piense por su cuenta y aparezcan movimientos incontrolados.
/*/
La Sociedad Fabiana, germen de la élite globalista actual, fue en su origen un movimiento socialista. A partir de una idea de inspiración darwinista: si las especies no las ha creado Dios sino la evolución, las sociedades también habrán de seguir un camino similar y evolucionarán inevitablemente hacia su progreso. Un progreso que ellos identificaron con el socialismo, la teoría de moda en el momento.
Un socialismo fabiano, de la alta burguesía, reformista y pragmático, en contraposición al socialismo obrero y revolucionario.
Es decir, los globalistas son progresistas desde su nacimiento.
/*/
Pero con el tiempo el socialismo se volvió pasado y un pasado fracasado, como confirmó la URSS. Así que los globalistas tuvieron que reinventarse. Ahora son menos socialistas pero aún más esencialmente pragmáticos. Y decidieron mantener el control social a través de la promoción de nuevas causas que ellos liderarían.
Para ello transformaron la lucha de clases en lucha de colectivos y eligieron temas. La igualdad de la mujer, la libertad sexual, la igualdad de razas, el ecologismo, la libertad religiosa…
Temas en principio positivos y que ya se encontraban en la sociedad pero que al ser utilizados para un interés particular se han ido pervirtiendo uno detrás de otro.
Del feminismo de igualdad se ha pasado a un feminismo frentista que cada vez recuerda más a un machismo inverso que establece reglas discriminatorias. De la libertad sexual se ha evolucionado a la introducción de organizaciones LGBT politizadas que se definen de izquierda y que no dudan incluso en manipular a la infancia. La igualdad de razas se ha transformado en la aceptación de prejuicios contra la raza blanca apelando a un supuesto pecado original colectivo. El ecologismo se ha transformado en un alarmismo climático autodestructivo y cuestionar sus dogmas implica ser tachado de negacionista. La libertad religiosa es a día de hoy burla del cristianismo y una peligrosa aceptación de las facetas más agresivas y supremacistas del Islam. Así todo.
Incluso generan roces entre sus mismos movimientos. Los islamistas que no toleran a los LGBT o a las feministas. Transexuales que compiten con las mujeres en los deportes. Doble rasero cuando algo repudiable lo realiza o ser realiza sobre un afín o un contrario…
Porque lo que se usa para un mal fin acaba mal. Y manipular a la sociedad con movimientos que tienen como objetivo último mantener a una élite directiva es trabajar con un mal objetivo. Por mucho que las causas que se utilicen sean en general buenas causas.
/***/
