A los medios les gusta mucho hablar de los debates como si fuesen competiciones deportivas. Buscando un vencedor. Un MVP (Most Valuable Player), quién estuvo más brillante, quién convenció más…
A mí eso me parece interesante, claro. Pero no lo más importante. Creo que lo fundamental de un debate es lo que permite descubrir de los participantes. Entender qué se puede esperar de ellos en el ejercicio del poder.
En este sentido, el segundo debate, el del martes 23 de abril, me ha parecido un debate de lo más confuso. Feo y de mucho barro. No me ha gustado el estilo, no es el mío. Ni creo que cambie mucho el voto de nadie, ya que en medio del barro es difícil ver nada.
Pero eso no quiere decir que no se pueda sacar mucha información importante si se le da una vuelta. Lo intentaré.
/*/
Iglesias habló bien. Supo hacer que sus palabras apareciesen como un oasis de paz en medio del griterío. Sabe manejarse en el tumulto. Pero lo que mostró es terrible: filonacionalismo, prejuicios contra grandes empresas, confusión entre democracia y control estatal…
Es el buen rollito destructivo. Una pena que nadie aprovechase para resaltarlo y dejarlo al descubierto.
Porque en realidad no falta afinidad y empatía hacia los nacionalistas, sino respeto de los nacionalistas hacia el resto. Se están saltando los derechos de media ciudadanía catalana e Iglesias pide ¡empatía hacia los agresores! ¡No denuncia de las agresiones y defensa de las libertades!. ¿Se entiende cómo trastoca la realidad? Iglesias pide reconocimiento de la diversidad a los constitucionalistas, cuando quienes no la reconocen son los nacionalistas.
No hace falta meter en vereda a las empresas, sino apoyarlas para crecer y tener más empleo. Habrá que controlar la corrupción, por supuesto. Pero no controlar las empresas ni demonizar a banca, eléctricas y demás grandes compañías.
Y así todo. Una ideología realmente peligrosa y destructiva. Que antepone la injerencia y el control estatal sobre la defensa de la libertad y el crecimiento económico.
/*/
Sánchez se mostró trilero, como bien dijo alguno de los participantes. Enfangando un debate en el que corría el peligro de aparecer desnudo ante el electorado, por su colaboración con el secesionismo y la constatación de que el empleo empieza a verse afectado, algo que ya muestran los datos.
Y le salió bien. El conjunto quedó confuso. Mezcló colaborar con el secesionismo (lo que hace él) con coincidir en votaciones. Mezcló los resultados de Rajoy con los propios. Quedándose él con lo grato (subida pensiones…) y achacando al PP lo desagradable (subida de impuestos y recortes consecuencia de la herencia de Zapatero…)
Pero no pudo impedir que se viesen cosas. Como que se alineaba con el destructivo filonacionalismo de Iglesias. O que no proponía nada para crecimiento de economía salvo fantasías de que seremos punteros tecnológicamente y así tendremos sueldos como los países más ricos. O que usaba sectariamente el feminismo, llegando al absurdo de acusar gratuitamente a Casado de complacencia con las violaciones, a la vez que se ni a valorar la posibilidad de la prisión permanente revisable para los casos de reincidentes patológicos.
Quién quiera mirarlo, habrá podido ver que economía y nacionalismo empeorarán si él sale elegido presidente. Lo intenta ocultar, pero juega en el equipo contrario en ambos temas. No se puede a la vez sorber populismo y soplar crecimiento. Sorber filonacionalismo y soplar defensa de la igualdad y unidad de los españoles.
/*/
Rivera demostró que era quien más claro tenía el argumentario liberal (feminismo…) pero jugó demasiado al efectismo. Sus constantes interrupciones, juegos de fotos y demás, aceleraron el debate hasta volverlo alocado.
Ya revolvió el río en el primer debate y en este segundo se desmadró. Por eso tuvieron cabida el trilerismo de Sánchez y el oasis buenista de Iglesias. Arrastró el debate de lo racional a lo emocional. Y en río revuelto, ganan los pescadores. Así, un debate que hubiese podido servir para desnudar el peligro de lo que hace Sánchez, se convirtió en un despelleje personalista. En una competición a ver quién es más brillante y agresivo.
Mostró ser alguien con buenos planteamientos pero en exceso ambicioso. Capaz de actuar con mucha imprudencia si es en la búsqueda de su beneficio partidista.
/*/
Casado demostró saberse el guion, pero no parecía entenderlo del todo. Fue quien mantuvo las propuestas sensatas (crecimiento económico, freno al nacionalismo, defensa frente a violadores reincidentes…) pero no parecía entender siempre por qué las tenía.
No supo defender el feminismo liberal de Cayetana. Faltó que expresase algo tan simple como que el feminismo no debe caer en un colectivismo sectario que condene a Woody Allen sin pruebas, que insulte a las mujeres de derechas o que monte manifestaciones excluyentes en las que expulsan a las mujeres de Cs. Y que frente a los agresores reincidentes, que no son machistas sino enfermos, lo que conviene es proteger a la sociedad con la prisión permanente revisable. Parece sencillo si se entiende.
También faltó algo similar ante la arrancada filonacionalista de Iglesias, aceptada por Sánchez. Era el momento de explicar que justo eso es contra lo que se lucha. Que ese es el mal de la izquierda con el nacionalismo, que acaba apoyando a los agresores (los nacionalistas) y dándoles cancha, en vez de apoyar a los agredidos (los no nacionalistas que los sufren).
Mi conclusión es que no estuvo mal, Casado sabe qué temas defiende y es un temario bueno. Pero se le vio algo verde, le faltó saber explicarlo mejor.
/*/
Abascal no estuvo. Y es una pena. Hubiese estado bien saber de qué va y entender qué influencia puede tener.
Una pena. Una ausencia incomprensible. ¿Por qué un segundo debate en una cadena privada no ha de incluir a alguien de quién todas las encuesta dicen que estará ahí? Yo no lo veo. Al final es probable que tenga una influencia importante durante cuatro años alguien a quien media España ¡no ha visto nunca!
Como no entendí muchas otras cosas relacionadas con el formato y desarrollo de los debates. Los tiempos limitados, el orden de temas, las facilidades para tapar a otros hablando a la vez sin permiso, la imposibilidad de responder por alusiones con permiso, la diferencia de trato por parte de los moderadores…
Pero eso de la deseable neutralidad e imparcialidad mediática… es otra historia. 😉