
La ideología Globalista proviene de la Sociedad Fabiana. Nacida allá por 1884, cuando el socialismo que ellos adoptaron se enfrentaba a las creencias cristianas, a las que tachaban de superstición.
Como no es infrecuente, adoptaron gran parte de las ideas y maneras de su enemigo, el cristianismo. De hecho, el Socialismo Globalista se asemeja mucho a una religión. Con un maniqueo discurso del bien y del mal que trasladan a una sociedad de buenos (ellos) y malos (quienes se les oponen). Con amenazas apocalípticas como las del alarmismo climático. Con rutinas de creyentes que imponen a todos, todas y todes como antes se imponía el ir a misa o rezar el rosario. Con su cruz omnipresente en forma de aro multicolor…
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En esta entrada me gustaría resaltar otra de estas facetas religiosas del socialismo globalista: el pecado original.
Una de las características de la personalidad manipuladora es la culpabilización de sus víctimas. Quién se siente culpable asume una posición deudora, acepta que debe realizar una compensación a su acreedor.
Las ideologías, como herramientas de manipulación social que son, también suelen incorporar este tipo de facetas. En el caso del cristianismo esa era la función del pecado original, todos nacemos con una culpa que debemos redimir. De partida ya le debemos algo a Dios, más nos vale empezar a arreglarlo.
El Socialismo Globalista utiliza también esta estrategia del pecado original. Los blancos occidentales somos culpables al nacer de nuestra historia sangrienta. Los hombres somos culpables de una tradición machista. Los heterosexuales de la homofobia. La humanidad de haber pervertido la naturaleza…
La culpa es constante en el universo globalista. Por eso todos debemos compensarlo cumpliendo con sus agendas de inmigración masiva, feminismo radical, adoctrinamiento LGBT, alarmismo climático… ¡Y no vale ni con pecar ni se puede argumentar!
¡Es necesario colaborar con todas sus agendas para limpiar nuestra culpa original!
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