
Cuando las cosas se ponen crudas la política muestra su ser último: Se convierte en una mera cuestión de bandos.
La esencia de la política está en aunar voluntades para formar grupos capaces de lograr objetivos. Es decir, formar bandos es algo consustancial a la política.
Los malos políticos aprovechan esta realidad para satisfacer un objetivo particular: detentar el poder ellos, tener el mando. Un poder cuanto más amplio y absoluto, mejor. Convirtiendo el resto de objetivos en simples herramientas para facilitar la formación de grupos (por eso suelen resultar falsos e hipócritas).
Una vez impera la estrategia de bandos la pertenencia es vital. Sólo recibe apoyo quién es de los nuestros.
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A mi entender, Sánchez es un político sin grandes cualidades. Sin carisma ni una especial inteligencia política. Es un político a quien lo que caracteriza es la falta de escrúpulos. Ésta sí real y congénita, Sánchez es un manipulador de libro.
Ha tenido la suerte (o desgracia, habrá que ver cómo acaban él y los suyos) de vivir unos tiempos convulsos, en los que la política se ha vuelto cruda. De poder contra poder, de bandos. Un tiempo en el que el servilismo absoluto de Sánchez ha resultado el valor determinante para elegirle. Es el mercenario ideal, dispuesto a todo.
Su sometimiento a las Agendas Globalistas de inmigración, ideologías woke, alarmismo climático, revisionismo de la historia, apoyos internacionales, potenciación de los nacionalismos internos… es total. Un desastre que sólo tiene una faceta positiva: nos permite tener claro a quién sirve Sánchez.
Este sometimiento absoluto tiene una cara inversa: la exigencia de un servilismo también total a quienes cuelgan de él. Exige lo mismo que se ve obligado a dar.
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Esta introducción sirve para entender la imagen que ilustra esta entrada del blog: Sánchez, con apariencia de Jefe de Estado, mostrando una España teñida de rojo mientras luce la insignia globalista en la solapa.
Por un lado deja claro a quienes dependen de él que impera una política de bandos y a la vez él mismo rinde vasallaje a sus jefes.
La bandera de España ni aparece en la imagen. Esta vez no se trata de ganar elecciones sino de trabajarse la pertenencia a los bandos. Sánchez nos muestra que los españoles somos el rehén que le da acceso al poder, no sus jefes últimos como debería ser en democracia.
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P.D.1: (24 dic 2024) En los últimos días, Sánchez ha anunciado 100 actos para celebrar la muerte de Franco, ha felicitado las Fiestas en vez de la Navidad, ha mostrado un mapa de España teñido de rojo y sin Ceuta ni Melilla, ha lucido la insignia 2030… Me recuerda a los niños cuando provocan y provocan buscando reacción. Sánchez no sólo busca reafirmar la pertenencia a los bandos, también parece necesitar elevar la tensión entre ellos para que nadie se plantee cambiar de bando.
