
Hago esta entrada como reflexión tras la noticia de que en la localidad murciana de Jumilla ha aprobado la prohibición generalizada de fiestas musulmanas en dependencias municipales y en vía pública.
Algo que ha sido tachado como islamofobia o xenofobia por los globalistas habituales, como era de esperar (lo que no deja de tener su gracia en una ideología que ayer quemaba iglesias y hoy aún se burla con saña del cristianismo). De error táctico ya que genera odios por parte de los contemporizadores globalistas habituales. Y de atentado contra la libertad religiosa por parte de asociaciones judías y cristianas.
A mí, sin embargo, me parece una decisión que puede tener mucho sentido por algo que sorprendentemente ninguno nombra. El elefante en la habitación.
/*/
El Islam es una religión con voluntad de ejercer el poder político. Sólo hay que fijarse en el mapa que ilustra esta entrada. O si leemos la noticias de matanzas de cristianos casi a diario, en Nigeria, en Siria, Mozambique…
Es decir, a diferencia del actual cristianismo o judaísmo, el Islam no es sólo una religión. Es también una ideología política. Expansiva, contraria a las libertades, autoritaria y muy violenta.
Por eso tiene sentido adoptar medidas que le impidan ir colonizando el espacio público. Avanzar en el domino de lo público.
No es prohibir el Islam como religión. Es sólo defender que se mantenga en el ámbito privado dado el riesgo que supone su faceta política en el espacio público.
/*/
Quien quiera que le faciliten un hueco en el espacio público debe renunciar a la faceta política intransigente con el diferente. No se puede estar en misa y repicando. No se puede acogotar al diferente para expulsarle del espacio público y a la vez exigir un hueco.
Y no vale el disimulo. Hay otro dicho que creo que también aplica: La confianza hay que ganársela. No vale con mantenerse moderado mientras se es minoritario, ya que una vez el Islam se impone es muy difícil dar marcha atrás. Hay infinidad de ejemplos.
Acabo con un recuerdo extremo pero no creo que más que el del Islam. A los nazis o los comunistas se les permitió participar en política a pesar de su evidente violencia paralela. Como a HB en País Vasco. No caigamos de nuevo en el error. La sociedad no está obligada a ser tolerante con la intolerancia, al revés.
/***/
