Fraude electoral: medios, intrigas y silencios que conceden.

España era en 2004 un país próspero, con voz propia en Europa y en el mundo.

En el interior, los indicadores macroeconómicos era saludables: paro del 11% y bajando, crecimiento del 3%, deuda del 47%, reduciéndose tras cinco años consecutivos de déficit bajo…. Políticamente estábamos acabando con el terrorismo nacionalista sin cesiones y el tándem Redondo-Mayor (2001) lideraba una reacción conjunta de PP y PSOE en País Vasco que ya cuestionaba la peligrosamente duradera hegemonía nacionalista.

En el exterior, España mantenía posiciones propias en Europa (condiciones de Niza) y en el resto del mundo, como demostraban su claro rechazo a las dictaduras Iberoamericanas (e.g.:enfrentamiento de Aznar a Chávez) o el apoyo al Sáhara a pesar de la oposición de Marruecos y Francia (Perejil). Y era un aliado fiable de EEUU (trío de las Azores).

Vamos, que España era entonces un país prospero, autónomo y con un futuro razonablemente esperanzador. Y las elecciones de 2004 auguraban continuidad. Si acaso, había un síntoma preocupante que entonces pocos valoraban con la importancia que merece: sufríamos ya un escoramiento general de los medios de comunicación contra el PP. El Decretazo, el Prestige, la Guerra de Iraq… las campañas mediáticas contra el gobierno y de demonización de Aznar y el PP se habían vuelto constantes. Enganchaban una con otra y eran apoyadas por la práctica totalidad de los medios de comunicación. Una fragilidad que pocos supieron ver hasta que fue demasiado tarde.

Entonces ocurrió el atentado del 11-M de 2004. Tres días antes de las elecciones. Brutal e impactante. Acompañado de confusión y engaños, y proyectado contra el partido en el gobierno por la oposición y la totalidad de los medios de comunicación. Y todo cambió.

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Zapatero, en contra de lo esperado y de lo que mostraba el voto por correo, emitido antes del atentado, ganó las elecciones. Y el escenario cambió totalmente.

España cedió unilateralmente sus posiciones en la UE (condiciones de Niza), cambió unilateralemente nuestra posición respecto del Sáhara en beneficio de Marruecos, nos alejamos explícitamente a EEUU (la foto de Zapatero sentado al paso de la bandera americana simbolizó bien ese cambio), empezamos a ser aliados de facto las dictaduras Iberoamericanas (una alianza que Zapatero sigue ilustrando hoy día), el gobierno Español pasó de enfrentar los nacionalismos a promoverlos (Tinell, Estatuto catalán…), se favoreció la entrada de empresas centroeuropeas (Orange, Endesa…)…

Y las consecuencias económicas acompañaron la decadencia. Paro, deuda y abierta dependencia de la UE.

Es decir, el atentado del 11-M, con sus intrigas y su aceptación por un mal entendido sentido de la responsabilidad, cambiaron la trayectoria de España. Una aceptación que tiene su broche en el silencio tanto por parte tanto del partido que entonces lideraba España (Aznar muestra que sabe pero calla: «los que idearon estos atentados no están ni en desiertos remotos ni en montañas lejanas.»), como de EEUU, que perdió un aliado importante en Europa sin ninguna reacción, sin protegerlo ni denunciarlo.

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¿Por qué recuerdo esto ahora?

Porque pienso que la situación se está repitiendo, pero esta vez a lo grande, contra EEUU, el país líder mundial. Algo normal, si en su día se permitió que la estrategia tuviese éxito, es normal que repitan.

Estados Unidos es hoy un país prospero y con una posición firme en el mundo. Trump ha conseguido reconducir la autodestructiva política exterior de la etapa Obama: está montando una defensa frente a China. Ha frenado al terrorismo y a Irán en Oriente Medio. Mantiene la presión sobre las dictaduras expansivas en Iberoamérica. Ha rehecho los tratados comerciales para adecuarlos a los actuales intereses estadounidenses. Protege sus fronteras… es decir, hace política americana, como corresponde a América.

Pero:

  • al igual que España en 2004, sufre un casi monopólico acoso mediático en contra del partido de gobierno. Con una demonización de Trump no muy distinta de la que sufrió Aznar en su día.
  • Tiene una oposición tan poco fiable como la que representaba Zapatero. El actual Partido Demócrata está dispuesto a acercarse a las dictaduras Iberoamericanas, a alinearse las estrategias francoalemanas (cambio climático…) o a no enfrentar el crecimiento chino o iraní (multilateralismo…). Es decir, a renunciar a defender la posición de EEUU en el mundo.
  • Ha sufrido un evidente fraude electoral. Los estadísticos de llegada de voto son escandalosos, con abruptos escalones en favor de Biden en los estados en los que lo necesitaba para ganar. Un fraude que pretende cambiar el resultado como se cambió en España con los atentados del 11-M. E igualmente respaldado por la práctica totalidad de los medios de comunicación, que llegan incluso a silenciar al actual presidente.

Tan solo veo una diferencia importante. Y es que así como en su día el PP acepto la intriga, Trump está reaccionando frente a ella, enfrentándose incluso a resistencias dentro de su propio partido. No acepta el robo como mal menor. No se refugia en un engañoso: ya ganaré las elecciones la siguiente vez, en 2024.

Y hace bien. Porque quien se somete y deja que las intrigas en su contra tengan éxito, no suele tener mejores opciones la siguiente vez. Sino todo lo contrario. Solo hay que fijarse en España, con unos terroríficos indicadores económicos (paro, deuda, déficit, crecimiento…) y gobernado por una alianza de chavistas, golpistas y terroristas. Un desastre. Si Zapatero jugó contra España disimulando, Sánchez lo hace ya casi a ojos vista, mintiendo sin disimulo.

Cuando a un país lo quieren conquistar desde la cabeza, haciéndose con su gobierno para ponerlo en contra del propio país, debe reaccionar cuanto antes. Y no ceder. O estará condenado a su desaparición como país autónomo. Porque cada vez más estructuras internas van quedando sometidas a esa influencia autodestructiva.

EEUU necesita que Trump gane su batalla actual contra el robo electoral. Pero no solo eso. Debe además aprender la lección y desplegar una defensa frente a este tipo de ataques basados en la colonización mediática y la infiltración en sus propios partidos políticos. Le va su futuro en ello. No me extraña la enorme reacción popular estadounidense apoyando a Trump. ¡Bravo!

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P.S.1 (16 Dec 2020) Un estudio oficial que concluye que las máquinas de votación se han utilizado para fraude. Antrim Michigan Forensics Report:

«Concluimos que el sistema de votación de Dominion está diseñado intencionada y deliberadamente con errores inherentes para crear fraude sistémico e influir en los resultados de las elecciones..»

P.S.2 (21 dic 2020) ¿Por qué pienso que ha habido fraude electoral? Aquí lo explico.

Por qué pienso que ha habido fraude en las elecciones de EEUU

6 comentarios sobre “Fraude electoral: medios, intrigas y silencios que conceden.

  1. El Partido Republicano, está más bien como el PP de Aznar. El que no cede es Trump que es un outsider. Pero ahí tienes a Rommey y a otros tantos traidores a su partido y a su país. En su día denunciaban fraudes pero si es contra Trump callan. Como si ellos se pudiesen beneficiar en el futuro. Craso error

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    1. Sí, igual que ha caído el partido Demócrata, también puede caer el Republicano.

      En España es igual. El PSOE cayó pero también intentan que caiga el PP: También Susana Díaz y el Comité Federal intentaron evitar la conquista vía Sánchez.

      Los dos partidos sufren el acoso externo.

      «Mejorar o empeorar. Liberar la izquierda o perder la derecha»
      https://politicadegaraje.blog/2020/08/02/mejorar-o-empeorar-liberar-la-izquierda-o-perder-la-derecha/

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  2. Ejemplito fácil de sectarismo:
    «Solo hay que fijarse en España, con unos terroríficos indicadores económicos (paro, deuda, déficit, crecimiento…) y gobernado por una alianza de chavistas, golpistas y terroristas.»
    No voy a citar al autor.

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    1. Bueno, no veo necesario entrar en lo personal. Pero en todo caso no veo sectarismo en esa frase. Es un hecho que lo son y es procedente caracterizarlos hoy día por esa faceta puesto que no han rectificado, sino que se reafirman en esa faceta.

      La neutralidad no está en tapar la realidad desagradable.

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